mayo 23, 2011

El origen de la deuda original.


La historia de la deuda pública es la historia misma del poder: la forma en que se ha ganado y también cómo se ha perdido. La arrogancia, los sueños y las fantasías del poder, siempre han conducido a los hombres a disponer de los recursos de los demás, sea en la esclavitud, en la colonización, o en los planes para consolidarse en el poder. Varios momentos de la historia dan cuenta del sorprendente auge de la deuda producto de las guerras y el costoso derramamiento de sangre. Pero nunca se había visto un nivel de endeudamiento tan elevado en tiempos de paz, como los producidos desde 1980 en adelante. La gráfica muestra la deuda de Estados Unidos y su aceleración desde los años 80. Nunca la deuda había crecido a niveles que amenazaran la estabilidad política y la calidad de vida futura.

El tema de la deuda no es nuevo. Lo nuevo es la forma en que hoy los acalorados debates proclaman como única salida los draconianos recortes presupuestarios que están hundiendo aún más a la economía mundial. Coludidos con las agencias calificadoras de riesgo y con los tenedores de bonos, se pretende hacer creer que los actuales niveles de endeudamiento son el umbral de la próxima crisis. Se olvidan que el colapso de la deuda es una consecuencia directa de la crisis que generó la burbuja, en décadas de falso crecimiento alentadas justamente por la deuda. En esa etapa de la plata dulce y el consumismo fácil, nadie se ocupó de atender la deuda y considerar sus desastrosas consecuencias. ¿Por qué hacerlo ahora tras el estallido de la burbuja?
Hasta antes de la crisis, a toda persona que hablara de los peligros del abultado endeudamiento lo acusaban de pesimista y agorero. Y ahora, cuando los gobiernos deben endeudarse para luchar contra la crisis, se cierran todos los mecanismos de crédito incluso de las instituciones que deberían velar por la estabilidad económica mundial. La historia se repite con exactitud implacable y se sabe que una crisis financiera originada por un abultado apalancamiento puede tardar una década entera en normalizar la actividad económica. Una década que marca la necesaria transición entre el pasado y el futuro. ¿Qué han hecho las autoridades mundiales para sincerar que los años del consumismo fácil, vía burbuja de crédito, han terminado, y que ahora viene una dolorosa etapa de bajo consumo?
A lo largo de la historia, como la que refleja esta gráfica para la deuda pública del Reino Unido, en cada situación de elevado endeudamiento, los gobiernos tenían ocho opciones para evitar el desastre: 1. elevar los impuestos; 2. disminuir el gasto; 3. aumentar el crecimiento; 4. tener una tasa de interés más favorable; 5. producir inflación; 6. provocar una guerra; 7. buscar ayuda externa; 8. operar por decreto. Estas ocho opciones se han empleado en los últimos mil años, pero sólo una de ellas es hoy plausible y deseable: el crecimiento. Una economía en crecimiento (lo que aumenta los ingresos fiscales) permite la absorción de la deuda y restablece la sostenibilidad de las finanzas públicas. A continuación, puede reanudar el flujo de préstamos y animar a un mayor crecimiento de la economía. Los gobiernos responsables no pueden financiar sus gastos con los préstamos, y deben realizar sus inversiones en un nivel que sea sostenible, es decir, que se puedan pagar.
Como señalamos a comienzos de año, en España se ha comenzado a librar la batalla final por el destino del euro. Una batalla sin cuartel tensionada por los problemas de la deuda, el desempleo y los grandes desequilibrios amplificados por una idea de convergencia que nunca llegó. En las teorías de crecimiento económico vigentes (Solow y Barro) existe la fantasiosa idea de una tendencia a la convergencia. Esta fue la llave para la instalación del euro, dado que en teoría los salarios y las productividades convergerían gradualmente en los países de la eurozona. Pero la convergencia no pasó de ser una utopía, y las enormes brechas salariales demuestran que una vez más la teoría falló, con Premios Nobel incluídos. La deuda, el desempleo, y el decrecimiento con deflación son los pasos de esta nueva fase de la crisis que implicará recortes con “hachas y motosierras” sea cual sea el gobierno de turno.
El estallido de la burbuja de crédito a nivel mundial no sólo condujo a la primera gran recesión desde la década de los años 30, sino que también dejó una enorme carga de deuda que pesa sobre los objetivos de la recuperación económica en su conjunto, tal como planteamos hace año y medio enLa crisis de la deuda global está en sus inicios. Se pensó que el problema de la crisis era algo totalmente transitorio y que bastaba con inyectar liquidez a los mercados para que todo comenzara a fluir tal como antes del estallido de la crisis. Si bien hoy todas las discusiones se centran en los posibles mecanismos que ayuden a impedir crisis similares en el futuro, lo cierto es que se ha avanzado muy poco a nivel global para superar la crisis del presente. Es como dar instrucciones de dieta alimenticia a un paciente que aún se encuentra en estado de coma. Gran parte de este flagelo responde al mezquino sinceramiento con que se ha enfrentado el tema, en el cual han primadointereses individuales por sobre los intereses colectivos.
En el caso de la deuda española, el año pasado Global McKinsey Institute presentó una importante investigación en la cual dio cuenta del abultado crecimiento de la deuda y del sobreapalancamiento financiero en los años previos a la crisis. Este informe dio cuenta de los verdaderos orígenes del apalancamiento financiero de los países industrializados.
Hasta 1980 la deuda total de España era levemente superior al PIB, siendo la deuda de las empresas no financieras responsable de un 57% del endeudamiento. El sector financiero alcanzaba un endeudamiento del 11% del PIB, el mismo que mantuvo durante veinte años. Nótese que para el año 2000, el sector financiero presenta el mismo 11% de endeudamiento, pero para el primer trimestre de 2009 su porcentaje de deuda se multiplicó ocho veces para llegar al 82% del PIB. En sólo 9 años, o mejor, en la década del euro, la deuda de las instituciones financieras aumentó 750%, mientras en este mismo período la deuda pública bajó del 63% al 56% del PIB. Las empresas no financieras multiplicaron su endeudamiento al pasar del 74% del PIB al 141%. Es decir, en la década del euro la deuda total se duplicó hasta llegar al 366% del PIB.
Frente a esa deuda, originada principalmente por la banca y el sector privado, se pretende pasar factura a todos los ciudadanos. Una cosa es que Warren Buffett considere que todos somos culpables de la crisis, y otra es condonar a los verdaderos responsables. La economía actual se encuentra ante un nudo gordiano que está rebasando los límites de la estabilidad social. El desempleo global, no sólo en España, se encuentra en los niveles más elevados de las últimas dos décadas, y hasta que no se comprenda que el trabajo productivo es el tema central de la economía, la economía seguirá por el camino que se instauró hace treinta años: el despeñadero.
Por Marco Antonio Moreno. 

mayo 03, 2011

La Seguridad Social y la Cigarra. Por Arturo Auregón para dtym.com.ar

"Sacaba la hormiga al sol, en invierno, todo el trigo que había recogido durante el verano. Una cigarra hambrienta que vió sus provisiones, se acercó y le pidió que le diese un poco de aquel trigo; a lo cual respondió la hormiga:
-Amiga mía, ¿qué hiciste tú en el estío mientras yo trabajaba?
-Andaba cantando por los sotos, contestó la cigarra, por lo que no me quedó tiempo para recoger provisiones.
-Pues si cantabas en el verano, repuso la diligente hormiga, danza ahora en el invierno.
Y recogiendo otra vez el trigo en su agujero, se rió de la holgazanería e imprevisión de la cigarra"
Moraleja: Debemos trabajar a tiempo para que no nos falte con que vivir en adelante. El holgazán y descuidado, siempre se halla necesitado y menesteroso.

Así descubría Esopo, allá por el 570 antes de Cristo, el actual sistema de seguridad social argentino.
En esta fábula podemos encontrar al beneficiario de plan social, al metódico “aportador” y al beneficiado con la jubilación anticipada. Todos imprevisores natos, algunos holgazanes y muchos menesterosos de asistencia. Pero a diferencia de nuestro sistema de seguridad social, en la fábula de la cigarra y la hormiga, Esopo elude toda referencia a la solidaridad, como sabemos base axiológica del sistema, por lo que resulta evidente que el egoismo de la hormiga, terminó con la vida de la prodiga cigarra.
Habitualmente se define a la Seguridad Social como la rama del derecho que se ocupa del hombre en general, frente a la posible ocurrencia de contingencias sociales, que comprometen todo o parte de su ingreso, y generen habitualmente cargas económicas suplementarias. A su vez, esas contingencias sociales consisten en todo evento futuro e incierto, que suele comprometer la capacidad de ganancia del sujeto y provoca cargas económicas suplementarias.
En este orden, la cigarra con su actitud indolente y melódica durante la época de “aportes” decidió comprometer la propiedad de la hormiga, que metódica y sacrificada, recolectaba previendo la existencia de alguna contingencia futura y cierta como lo era el invierno.
A diferencia de ello, para la cigarra, el invierno, la época de escasez era algo imprevisible, o por el contrario, era una contingencia que deberá soportar la sociedad, dado que lo que ella sabía hacer sólo era cantar.
En la actualidad, la hormiga muy probablemente tendría una jubilación ajustable por el 82% móvil, pero que en realidad iría en baja por la propia inflación que se encargaría de reducir ese porcentaje en al menos la mitad. Se estaría preguntando seriamente si para su reencarnación sería conveniente volver a asumir el rol de metódica recolectora, o tal vez sea mas interesante dejar su futuro librado al incierto devenir social, como la cigarra que al final de la fábula argentinizada - entrega de colchones, planes sin control, cajas navideñas, chapas, etc. - fue asistida sin haber efectuado mérito alguno, y todo por la famosa solidaridad. 
Esopo, eludió la solidaridad, pues en Roma la asistencia era cuestión de Estado. Le preocupaba mas rescatar para la posteridad la dignidad del trabajo.
Por Arturo Auregón para dtym.com.ar


mayo 01, 2011

Festejando o Rememorando el 1° de Mayo. Por Arturo Auregón para dtym.com.ar

Existen principalmente tres días en el año, en los cuales los hombres – y las mujeres – rememoran su rol de trabajadores: el 8° de Marzo, el 1° de Mayo y el 5 de Septiembre. En los dos primeros confluyen la tragedia, el reclamo, la lucha sectorizada, el enfrentamiento y la reivindicación. Mientras tanto en el tercero, la especulación, la oportunidad y la “banca oficial”. Liderada por la Nueva Orden de los Caballeros del Trabajo, la organización que representaba a una gran parte de los trabajadores norteamericanos y canadienses, surge como alternativa debilitadora al combativo social-anarquismo sindicalista. Éstos últimos, proponían un sistema de reivindicación con la huelga como medio “light” de negociación; mientras la Nueva Orden aparecía mas dialoguista y cercana a los sectores de poder del empresariado y el gobierno.
Una superficial interpretación nos permite vincular al sector trabajador, según lo visto, a la reivindicación del desamparado, o al poder económico y político. En definitiva las dos grades posiciones que han polarizado al mundo desde la aparición del capitalismo.
El 1° de mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron una huelga en Chicago por la jornada de ocho horas que siguieron con movilizaciones los días 2 y 3 de mayo que fueron reprimidas con enorme violencia por parte de la policía.
La prensa norteamericana del 29 de abril de ese año caldeó el ambiente con frases que me recuerdan tiempos no tan lejanos. Se podía leer en los medios: «Además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarco-socialistas».
El New York Times decía: «Las huelgas para obligar al cumplimiento de las ocho horas pueden hacer mucho para paralizar nuestra industria, disminuir el comercio y frenar la renaciente prosperidad de nuestra nación, pero no lograrán su objetivo».
El Filadelfia Telegram decía: «El elemento laboral ha sido picado por una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate: piensa precisamente en estos momentos en iniciar una huelga por el logro del sistema de ocho horas».
El Indianápolis Journal decía: «Los desfiles callejeros, las banderas rojas, las fogosas arengas de truhanes y demagogos que viven de los impuestos de hombres honestos pero engañados, las huelgas y amenazas de violencia, señalan la iniciación del movimiento»
A final de Mayo de ese año, se establece la jornada reducida de 8 horas, hoy jornada legal, consecuencia del éxito obtenido en la lucha de trabajadores principalmente anarquistas, que dejando su vida en muchos casos, eligieron la dignidad del trabajador como bandera. Los resultados fueron inmediatos, y así se publicó por la Federación de Gremios y Uniones Organizadas: «Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical».
Hoy, a 125 años, en nuestro país, en el 1° de Mayo se miden fuerzas políticas con la vara de la popularidad.
La presidente pregona en carta a los trabajadores: En un país en el que muchos presidentes preferirían ser reconocidos desde los grandes centros del poder, para nosotros es un honor ser reconocidos por los trabajadores argentinos”. Y yo agrego, en un país con dos centrales de concentración de trabajadores (CTA vs CGT), genéticamente confrontadas, incluso jurídicamente desconocidas por la administración central; con un sector empresario poco habituado a la idea de distribución de ingresos, y demasiado a la de traslación de costos, que desconoce el concepto de riesgo; evidentemente la idea de poder, de “centro de poder” se traslada al sector en donde la presidente sí quiere ser reconocida: los trabajadores.
Hoy, salvo Página/12 que titula “Fiesta de los trabajadores”, (Moyano) “defenderá la dignidad instalada en este país desde 2003”, el resto de los diarios considera que el líder sindical Hugo Moyano, pretende hacer una “demostración de fuerza” para pelear espacios en las listas de candidatos del kirchnerismo.
Hoy los representantes de los trabajadores buscan ser representantes de los argentinos utilizando a los primeros como universo electoralmente valorable.
Hoy se busca reemplazar el “voto cuota” por el “voto aumento”.
Hoy el interés colectivo del trabajador pareciera ser aumento salarial.
Entonces pienso: si las útlimas reivindicaciones obtenidas fueron aumentos salariales… ¿y si reemplazamos a los dirigentes gremiales (al menos los actuales) por fórmulas matemáticas autoajustables?
Por Arturo Auregón para dtym.com.ar