octubre 16, 2011

¿Y ahora que hago con el Pin?

La nomofobia, el mal que afectó a 70 millones de personas
Los usuarios de BlackBerry se quedaron sin servicio de mensajería. La falla afectó también la conexión a internet. La situación alteró la rutina de millones de personas. Enojo, ansiedad y miedo a vivir sin la "Black", el síndrome que hoy unió a todo el mundo
BlackBerry cumplió este miércoles su tercer día con fallas en su plataforma de mensajería instantánea y en otros servicios que se transformaron en una herramienta habitual para millones de personas que usan su smartphone para trabajar, estudiar, entretenerse o simplemente llevarlo a todos lados. Research in Motion (RIM), admitió los problemas e informó que está trabajando para solucionarlos lo más rápido posible.
Algunos famosos, como la actriz Victoria Onetto, relataron su “desesperación” por no poder utilizar el servicio de chat. Otros, como el periodista venezolano Alberto Ravell, aprovecharon para hacer algunos chistes como por ejemplo: “Millones de usuarios de BlackBerry han caminado hoy por la calle mirando hacia delante y no hacia abajo".
Lo concreto es que las fallas de BB obligaron a muchos usuarios a abandonar por unas horas la conectividad móvil para regresar a las “olvidadas” computadoras personales. Algunos desprevenidos tuvieron que hacer memoria para recordar sus contraseñas del webmail y otros debieron volver al tradicional SMS para comunicarse con sus contactos.
En los subterráneos o en los colectivos se pudo ver a muchos adolescentes desconcertados que no encontraban cómo distraerse en sus minutos de viaje con un aparato en sus manos que se encontraba totalmente inoperativo, muerto.
Y en la facultad o en los colegios hubo profesores que se asombraron por haber logrado centrar la atención de todos sus alumnos por primera vez en años.
Oficialmente, RIM informó esta tarde que el parate afectó a más de 70 millones de aparatos en todo el mundo y no discriminó entre los humildes portadores de una BlackBerry Curve y aquellos que lucen orgullosos sus potentes modelos Torch y Bold 9900.
Lo que para algunos fue incomunicación y malestar por no poder llevar a cabo sus tareas diarias, para otros fue motivo de cargadas. “Viste, vos te gastaste dos lucas en ese aparatito y mi Nokia 1100 de hace 6 años sigue funcionando bárbaro”, se escuchó esta tarde, por ejemplo, en la redacción de Infobae.com.
Nomofobia, la adicción al celular
El avance de la tecnología en los últimos años trajo muchas ventajas y desventajas a nuestra vida cotidiana. Hace algunos años, muy pocas eran las personas que tenían celular, internet en casa o consola de videojuegos.
"Los tiempos de respuesta de antes eran más largos y se los respetaba. Se tenía más paciencia y se esperaba más tiempo la devolución de un llamado, un mensaje o la contestación de un mail", analizó la licenciada Cecilia Lotero (MN 37589), integrante del equipo profesional del Instituto de Psicología Argentino (Inepa).
Es que en los últimos años, esos tiempos se fueron acotando hasta llegar al punto actual, en el que lo que predomina es "la cultura del ya, del ahora, en que todo tiene que estar preparado para ayer". "Esto, junto con la introducción de nuevas tecnologías, hizo que naturalicemos el uso del celular (entre otras cosas) y hoy en día sea raro o inusual que las personas no lo posean".
"Eso permite tener una respuesta al instante, comunicarnos en cualquier momento y en cualquier lugar, y poder de esta manera adecuarnos, sentirnos parte, estar actualizados y no quedarnos atrás", remarcó.

Así es que junto a las nuevas tecnologías llegaron nuevos "males" propios de esta época. Es el ejemplo de la nomofobia, que es ni más ni menos que "el miedo irracional a no llevar el celular consigo. Son personas que necesitan sentirse seguras y comunicadas con el mundo circundante. La ansiedad que provoca el olvido del celular puede equipararse con otras situaciones estresantes como mudarse, casarse, separarse o mudarse de casa".
En este contexto, resulta entendible que ante una falla en el sistema de BlackBerry genere desconcierto la sola idea de no poder comunicarse.
Créase o no, un estudio realizado hace dos semanas en España reveló que el 53% de los usuarios de teléfonos móviles sufre ansiedad, inestabilidad y dificultad para concentrarse cuando se despega del aparatito. Los portadores de smartphones son los más afectados.
"Estas personas sienten y piensan que deben estar comunicados siempre. Suelen tener el último modelo de celular, constantemente miran y chequean sus mensajes, llamadas y mails. Y si no lo pueden hacer, no logran concentrarse, contestan en forma agresiva, les cuesta disfrutar del momento y se ponen ansiosos".
Fuente: Infobae.com

octubre 11, 2011

Certificado médico vs Certificación Médica. Por Federico Viale para dtym.com.ar

En un reciente fallo de la Cámara Nacional del Trabajo, Sala I, se resuelve la discrepancia que puede suscitarse entre la jerarquía atribuida a un certificado médico acompañado por el trabajador y las constancias de similar características emanadas del médico enviado por el empleador, cuyas prescripciones resultan contradictorias entre sí.
En el caso, el planteo resulta de la contradicción entre el certificado médico que acompaña un trabajador respecto de la continuidad de la situación de reposo y el diagnóstico efectuado por el médico del empleador, que no sólo entiende que el dependiente se encuentra en condiciones de reingresar a sus tareas, retomándolas normalmente, sino que funda su posición en estudios complementarios realizados, que exceden las referencias manifestadas por el paciente que consigna el trabajador en su certificado.
En la discrepancia profesional, y afirmado en el diagnóstico de su médico, el empleador entiende que el trabajador ha abandonado su trabajo, y resuelve disolver el vínculo laboral con justa causa.
El Tribunal entiende que el empleador debe agotar todas las medidas para mantener la continuidad del vínculo, actuando de modo tal que dejara claro que su conducta no estaba dirigida a eludir el cumplimiento de la obligación de pagar el salario por enfermedad hasta la obtención del alta.
Con rigor en la realidad, corresponde hacer algunas consideraciones, que no siendo desconocidas por el tribunal a quo ni el confirmante, resulta políticamente incorrecto ampararlas judicialmente:
1)  El modo en el que se otorgan las certificaciones médicas que acompañan los trabajadores.
Resulta bastante habitual que las certificaciones médicas resulten amplias, imprecisas, y con referencias a dichos y versiones del obrero del tipo “el paciente refiere…”. Las patologías más comunes resultan ser psicológicas, de dificultoso diagnóstico con tan sólo una consulta. La carencia de estudios previos o fundantes del diagnóstico médico de reposo, descanso, ausencia justificada, etc.
Con todo, cabe la pregunta ¿Qué esta certificando el médico del obrero? Lo que éste refiere o lo que realmente padece. En el segundo caso, ¿cómo certifica el padecimiento?
2)       La facultad que posee el empleador de verificar y someter a su propio juicio, el certificado acompañado, por un médico propio.
Dentro de las facultades de control reconocidas al empleador en el art. 210 de la LCT, se encuentra expresa la de obligar al trabajador a someterse al control por un facultativo designado por el empleador. Esta facultad/obligación tiene dos motivos fundamentales:
a.                 Permitir que empleador pueda conocer cabalmente la dolencia y el grado de afección que padece su trabajador, de manera de poner en marcha los mecanismos previstos para el supuesto de enfermedad.
b.                A través del anterior, poder reorganizar su estructura de trabajo, teniendo en cuenta factores de reemplazo, ausencia, reubicación de otros trabajadores, etc. En este punto, resulta fundamental la exigencia de buena fe y diligencia en el obrero, suponer lo contrario, que el trabajador omita realizar el control, o que del control surja que no posee padecimiento alguno, nos encontraríamos frente a una evidente causa de despido, pues su ausencia injustificada, perjudica los intereses del empleador, a la vez que éste perderá confianza en el trabajador que miente.
3)       El principio de buena fe en ambas partes y la efectiva intención de continuar el vínculo.
4)       El excesivo rigorismo exigido al empleador en nombre del deber de diligencia del empleador.
Los ítems 4 y 5 pueden ser tratados conjuntamente, pues no es posible desconocer que la LCT reconoce pocos derechos en cabeza del empleador, a pesar de ser parte necesaria del vínculo laboral, objeto de estudio de la ley de contrato de trabajo, y demasiadas cargas que a  fuerza de jurisprudencia al menos cuestionable, instala la falaz idea de derechos sin paridad, derechos sin obligaciones.
Ya no alcanza con disponer en favor del trabajador la certificación de servicios del art. 80, sino que se lo debe consignar judicialmente, como si no estuviera ya demasiada congestionada la justicia. Tampoco alcanza con acompañarlo en juicio, sólo se lo admite consignándolo.
Tampoco resulta eficaz utilizar la facultad prevista por la norma laboral, art. 210, toda vez que ante la contradicción – aun con ausencia de fundamentos profesionales propios del arte de curar – será considerado válido el certificado del trabajador, creando una presunción en contra del que elaborara el galeno del empleador, por contradecirlo, aunque éste último lo haga con estudios que nunca le han sido practicados al trabajador, que a su vez supongan que éste quiere eludir su principal obligación, a la sazón: trabajar.
Ante el auge de reclamos por enfermedades profesionales, cuya cobertura resulta reclamable a la ART, y siendo éste el nuevo negocio de los oportunistas de siempre, entendemos que el certificado médico debe ser exigido bajo sanción de nulidad e inoponibilidad al empleador, con al menos estudios complementarios y ratificación por parte del médico del empleador. Dando así participación en el proceso de determinación tanto de la enfermedad, como del plazo de reposo y el método de rehabilitación, sin dejar de tener presente la necesidad de conocer fehacientemente sobre la posibilidad más o menos cierto de reingreso del trabajador a la empresa; al médico de control del empleador, de modo tal que su certificación sea incuestionable. Resultando así indubitable que tanto el trabajador como el empleador actúan de buena fe y con la diligencia suficiente.
Entiendo que esta medida podría comenzar a solicitarse judicialmente, de modo que el tribunal participe en la determinación de plazos y garantice el procedimiento.

octubre 10, 2011

Un poco todo me recuerda a ti. Por Federico Viale para dtym.com.ar



Uno de cada dos jóvenes de 29 años en Grecia esta sin ocupación; formal o informal.
El 43% del desempleo griego se da entre los más jóvenes, ranqueados entre los 15 y 29 años.
La tasa promedio real de desocupación griega llega actualmente al 22%.
Estadísticas que colaboran en dimensionar objetivamente qué y dónde está ocurriendo.
Podemos inferir que el sector habitualmente más activo de un país, fundamental para su desarrollo, se encuentra hoy sometido por una crisis global que se creó cuando ellos aún no pertenecían al segmento estadístico dimensionado, y sólo eran jóvenes con proyectos, ideas y esperanzas, que tal vez muchos no veían al extranjero como una alternativa para llevar a cabo su proyecto laboral. Esperaban que el producto de su trabajo era un salario, no otro producto o servicio. Que permanecer en su país no era una utopía, sino un derecho inalienable.
 “Las personas calificadas que Australia necesita” y el “I want you in” del tío Sam.
Como consecuencia de la necesidad humana de eludir la frustración, más aún cuando se origina en conflictos que no explican cómo, cuándo, por qué ni hasta cuándo surgen y durarán; aparecen estas propuestas oportunistas que yo llamo “abducciones de cerebros”.
En ellas países carentes de profesionales o manos de obra en determinados sectores, o con conflictos en su obtención – y bajo que deban prestar servicio bajo determinadas condiciones – proponen contrataciones laborales de dudosa rentabilidad, pero del tipo ganar-ganar: vos te vas de tu país que es un lío, y venís al mío a trabajar por dos pesos con algunas otras ventajas, pero ciertas condiciones que mejor ni te explico.
Desde el 2008 unos 50.000 griegos han migrado a países como Gran Bretaña, Alemania y Australia. Hacia allí partieron ingenieros, médicos, enfermeros, informáticos, todos profesionales altamente capacitados.
Durante 1960, Grecia tuvo una crisis similar cuya consecuencia también fue la migración de una parte importante de su población activa, pero a diferencia de hoy, miles de griegos partían para ocupar empleos de baja calificación.
Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.
Esta crisis sectorizada en los ciudadanos más activos, se ha trasladado lógicamente a otros sectores, que impedidos de migrar por razones familiares, personales o profesionales, o a esta altura podríamos agregar “de mercado” – pues no son requeridos por otros países – deben utilizar el ingenio – recurriendo al copy paste global – para sobrevivir dignamente.
Así surgen espacios de trueque, a través de los cuales una persona aporta un producto o servicio, obtiene una moneda informal para luego ser trocada por otro producto o servicio aportado por otra persona.
Programas de fomento del emprendedorismo y desarrollo local, con asignación presupuestaria nula o ridícula.
Flexibilización de las condiciones laborales de los que aún poseen un trabajo.
Disminución de la influencia del factor sindical.
Ahora bien, durante el siglo XXI, pues también ocurrió en otros siglos, nuestra nación – y hago especial énfasis en la abstracción sociológica del concepto – debió utilizar herramientas similares, adecuarlas, y reutilizarlas para lograr salir adelante.
Clubes de trueque, monedas informales – patacones, bocones, etc. – agencias de desarrollo sin créditos, migración de mano de obra a países consumidores pero no legalizadores de esta migración, proyecciones desastrosas de un por-venir que mutaba a “para que venir”.
Lo que viene en la Europa poscrisis.
Todavía les falta importar instituciones tales como asambleas barriales, organizaciones para-estatales con competencias administrativas, clasificados laborales flacos como modelos de Piazza Spagna, oportunismo de explotadores y usureros prestamistas sin escrúpulos.
Mientras tanto, Grecia le compra a Francia 400 tanques.
Esto, al menos, no es culpa nuestra.