enero 15, 2012

Decalogo del neoemprendedor.


La criticidad de la situación económica y el desplome de los recursos públicos permiten un ejercicio positivo, separar el grano de la paja, constatar lo que es humo y lo que son resultados. Ante ello se me ocurren algunas proposiciones incómodas.

1. Con crisis o sin crisis, tener una empresa significa vender y cobrar con un margen para el beneficio. Se puede sofisticar pero no alterar esta proposición básica.

2. Una organización de talento no se improvisa en dos días, por ende, la competitividad sostenible no se resuelve en dos días.

3. La innovación es una práctica que se nutre de más fracasos que éxitos, a condición que los éxitos permitan un rendimiento que enjuague los fracasos.

4. Se puede hundir una empresa tomando decisiones “correctas”. Simplemente se toman decisiones correctas sobre lógicas de negocio obsoletas. El cambio de lógicas altera los modelos de negocio y aquellas empresas más preocupadas en evitar errores que en arriesgar en innovación acostumbran a no percibir el cambio de lógica que los acaba dejando en la cuneta.

5. Los intermediarios que vivían solamente de la administración (consultorías, centros tecnológicos, centros de formación, etc.) o aportan valor y las empresas les compran servicios o lo pasarán muy mal ante el recorte de presupuestos públicos.

6. Los centros de investigación, si quieren mantener sus ingresos, no tendrán más opción que combinar más eficientemente una investigación básica de calidad con unos procesos de valorización del conocimiento mucho más eficientes.

7. Las administraciones no harán una promoción económica efectiva hasta que se apliquen conceptos que tanto adornan sus discursos: cambio, eficiencia, innovación, emprendimiento.

8. Hay que potenciar al máximo el sentido de responsabilidad individual, recalcar el valor del esfuerzo personal, reconocer el mérito de lo que cada uno aporta para sus propias iniciativas y para con la sociedad. Dopar o diluir el esfuerzo individual es una mala política pública o una mala práctica familiar.

9. Es ya hora de defender que asumir riesgos para la innovación y el emprendimiento es una forma de responsabilidad social fundamental.

10. Abrirse al mundo, a la internacionalización o la globalización, no es más que dialogar y confiar con gente que habla lenguas distintas pero comparte unos mimos modelos de negocio.
Fuente: artículo publicado en el blog de Xavier Marcet i Gisbert. http://paper.li/isaiassharon/1316906967

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