noviembre 04, 2010

Como los romanos, pero sin trabajo.

Alguien de repente nos dice “¡foro!” e inmediatamente nos pregunta “¿en qué pensaste?” Muy probablemente nuestra imaginación responda: "en una plaza romana, con un sol de medio día, poblada de individuos con cándidas ropas con actitud admonitoria y pose póstuma". Pero en forma subyacente, encontraríamos en todos la idea de actitud laboriosa. De alguna manera vincularíamos el foro, o la imagen que él nos genera, con el trabajo, o la idea que de él tengamos. Justamente porque lo imaginado en algún momento histórico fue verdad, es decir hubo foro y allí se trabajo, los foristas (o forenses) crearon el feriae forense, los días libres de trabajo en el foro para no tener que hacerlo – trabajar – todos los días. Lógicamente, hubo feriado porque hubo trabajo, son pares necesarios.
Ahora, avanzo algunos cientos de años hacia nuestra era, lo hago rápidamente y veo que nuestro calendario para el 2011 tendrá al menos 15 días feriados en el foro; todos ellos sin perjuicio de aquellos fines de semana largos cuya finalidad consiste en promocionar el turismo.
En esto debo confesar que nos estamos asemejando demasiado a Europa pues quien ha tenido la suerte de estar allí, o de haber participado en alguna colectividad sabrá de la amplia difusión de fechas feriadas que existen. En una medición que una consultora – quién sino – efectuó sobre los beneficios concedidos a los trabajadores del mundo se sostuvo que Japón e India encabezan la clasificación, con 16 días festivos al año, seguidos de cerca por Chipre, Eslovaquia y Corea del Sur, con 15 días festivos al año. Malta y España disfrutan ambos de 14 días festivos, mientras que Portugal, Austria, Lituania, Eslovenia y Taiwán tienen 13 días festivos al año. Reino Unido, Australia y Holanda son los países con menos días festivos (8 cada uno), y Dinamarca, Irlanda, Suiza, Canadá y Rumania cuentan con 9 festivos al año. Para la contabilización de los días festivos no se tuvieron en cuenta las vacaciones, es decir a aquellos se debe agregar éstas.
Lo cierto entonces que no estamos tan lejos del nivel internacional de días festivos, aunque sólo en esto nos acerquemos.
Pero separando la paja del trigo, una cosa son los días feriados y otros los días no laborales. En el caso de los primeros, recordamos que son aquellos en los que el débito laboral no es obligatorio, su finalidad no es reparadora sino por el contrario busca que el trabajador pueda participar de las actividades inherentes a la festividad que se conmemora – habitualmente alguna fecha patria – y en el caso de los días no laborables, son aquellos cuya opción a trabajar o no corresponde al empleador – con algunas excepciones como los bancos y seguros – como por ejemplo el día del trabajador del gremio.  Si algún empleador se le ocurre que un trabajador honre su categoría en un día feriado, debe pagar un recargo según sea mensualizado o jornalizado. Mientras que si la ocurrencia recae sobre un día no laborable dicho recargo no opera. Ahora bien, a fin de poder cobrar la actividad prestada durante el feriado, la legislación especial del trabajo contradice la naturaleza de esta nueva “orden ejecutiva” de 15 feriados y promocionales por turismo. El artículo 166 y 168 LCT buscan desalentar la extensión de los días no trabajados requiriendo para el cobro del feriado haber trabajado antes y después del feriado.
Ahora vuelvo a la imaginación, pero no a Roma. Cuando se ordenan feriados como los del decreto 1584/10, uno imagina gente que desea ver llegar ese día para descansar del trabajo. Uno imagina un país sin actividad, con trabajadores en los parques, en las calles, en las rutas con sus familias yendo a hoteles de su gremio a descansar. Pero la imaginación muere de realidad. No he podido imaginar qué harán aquellos que no tienen trabajo y que por lo tanto tampoco correspondería que gocen de un feriado, no he podido imaginar que harán aquellos cuyos ingresos no les permiten realizar turismo promocional como por ejemplo el 20% de desocupados – según INDEC oficial – o como el 15% de personas bajo la línea de pobreza e indigencia.
No he podido imaginar la verdadera finalidad de una norma que sólo alienta el desprecio por el esfuerzo, por el tripalium – etimología de la palabra trabajo – una norma que crea la ilusión de un derecho que no se puede ejercer con la plenitud con la que se pretende vender. Crea, en definitiva impotencia en un sector cuyo factor común es la frustración y la indignidad.

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